Yo me ignoro a mí misma
cuando me voy de mí
sin que nadie se inmute por mi huida
y nada se interponga en mi ansiedad pulsátil,
porque dejo de oír cualquier reproche
que me puedan hacer
con la boca tardía.
Yo me ignoro y te ignoro,
me clausuro de verbos
y mutilo vocablos
y cierro la emoción como una puerta
sobre la soledad de ser quien soy:
la intuición de una sombra.
Porque de nada sirven los insomnios
ni arrebatar la voz cuando amanece
en el chat de la histeria
ni ser la streaper roja
expuesta en las palabras
que se quedan colgando sin respuesta
de poemas sin rostro,
yo me amnesio de mí
y de tu puño alzado amenazante
ante mis ojos ténebres.
Disfruta, sin temor, del derechazo
con toda su potencia.
No voy a salpicarte con mi sangre
la coraza de Armani.
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