Ya sé que la alegría es transitoria
como esa ciudad que siempre circunvalas
en el viaje a nunca
y en la que nunca te quedas a dormir.
Aromática como el dulce petricor que exhala la tierra
cuando abre sus fauces al canto de las aguas.
Obscena como la sangre en el pan
y el colmillo en la carne.
Inocente y estúpida como yo,
ante cualquier ventana abierta a temporales
que he dejado de prever y me sorprenden
sonriente y en cueros.
Llega
te besa
nada contigo un rato
se va
y permanece escondida en la distancia
con aquellas palabras que no quiero escribir.
A veces creo que no la necesito
y me he coagulado de silencio.
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