El arte de caerse.





Yo me caigo sin arte. Sin arte me derrumbo
como un alud oscuro, desecho de escombrera
y después del estruendo sólo el viento susurra
su aliento sorpresivo de rimas entreabiertas
sobre el sello lacrado de mi boca cerrada,
entre mis cartas todas, contra todas mis puertas.

Si falto en la mañana, en la tarde o de noche,
nadie me echa de menos ni en casa ni en la mesa
ni al cabo del invierno ni en medio del verano
en que volaba grácil águila de alas negras.

Ni yo me echo de menos si estoy ensimismada
como abrupto paisaje de aletargadas piedras.

Alguna vez el hueco del corazón me pide
un silencio que frene la retórica hueca,
tumbarme por no dar más inútiles pasos
si no puede el cerebro convencer a las piernas
de que el camino tiene sentido por sí mismo
y no es un espejismo del que ya estoy de vuelta.

Y descansar del mundo, del demonio y la carne,
del ritual de la vida, de la mente que enferma
a medida que escribes poemas circunspectos
de los que, si me apuras, te sientes extranjera
cuando, tocando fondo, te preguntas de frente
si sirven para algo que merezca la pena
o estás dando bandazos por la literatura
como protagonista de una mala novela.

Tu boca sana el tiempo de las causas perdidas,
toca mi boca y toca coordenadas perfectas,
disuelve amaneceres cubiertos por la bruma
y me descubre un mundo de implacable belleza.

Tu voz de vino amargo, de dátil y limón,
tan trágica y riente, tan libre como presa,
me saca del marasmo de mi propia pasión
porque es mía también cuando me pide cuentas.






A mí no me da calor cualquier carne o cualquier boca
ni cuando más frío tengo ni cuando me vuelvo loca
de añoranza y solitaria me convierto en la quimera
de todo aquel seducido por la falsa primavera
que en mitad del crudo invierno llega riente y ufana
y si no me llama prima, se atreve a llamarme Ana.

Difícil que nadie a mí me cambie la letra arisca
a no ser que yo decida dejar de ser levantisca
por algún celoso altivo que me conmueva, si verde
se va poniendo y no sabe cuando besa y cuando muerde,
y me aconseja o exige lo que no exige a ninguna
por aquello de mirarnos de noche en la misma luna.

Tú dejaste de rezar por ángeles comestibles
aunque ejerzas rabinato con lloronas futuribles
que no se privan, privadas, de amarte privadamente
y reclamar tu atención con la boquita inocente,
como si fueras el líder de alguna secta mormona
y yo la sombra invisible que por negra se traiciona.

¿Crees que yo no me doy cuenta de cómo respira el mundo,
que no huelo desde lejos su aliento nauseabundo,
que no sé quien me respeta y quien me apuñalaría
por tener lo que yo tengo, por la espalda y cualquier día?

Si yo me fuera a enojar con cada zorra aterida
que se calienta contigo como una estufa encendida,
me pasaría la vida del versito al pugilato
y hay maneras, vida mía, de pasar mejor el rato.

Estoy tan segura hoy como lo estaré mañana,
para seducirte a ti, han de fingir ser Morgana,
y para ser quien yo soy y escribir lo que yo escribo
hay que morirse de pie sin cerrarse por derribo.

El tiempo será quien diga si han podido separarnos.
Hoy por hoy que hasta la muerte se cuide de violentarnos.


(De Vocación de silencio).

Comentarios

Antología Ultraversal. Poética del Arrebato. Edit. Libros en Red.

Antología Ultraversal. Poética del Arrebato. Edit. Libros en Red.
Este libro es un perfecto ejemplo de cómo autores de diferentes etnias, nacionalidades, costumbres, educación y condiciones sociales pueden llegar, a través de un mismo idioma, a congeniar poética y humanamente desde su particular idiosincrasia. Está dirigido tanto a los lectores amantes de la poesía de nuestro tiempo como a los que se inician en cualquier camino literario, y también a los interesados en la riqueza léxica del español, a los traductores y a todos aquellos que deseen ampliar sus conocimientos sobre la enorme diversidad de idiomática de los países hispanoparlantes. Es una brillante alianza intercultural a través de la palabra como nexo artístico. Un libro de identificación y búsqueda, escrito para abrir puertas y ventanas emocionales de vital sugerencia en las paredes de cada intimidad.

¿Cuántas realidades hay?

¿Cuántas realidades hay?
Neuromante, emocionauta y hasta una broma digital llegado el caso, pero yo que le leo y le siento y me enfrío o me caliento sin posibilidad de escape ante su voz, digo que ahí hay un hombre único que crea realidad y se recrea a sí mismo en la palabra y se define entre lo abstracto y lo concreto y ocurre en mí de la misma forma en que yo puedo ocurrir en él, con la fugacidad de una brutal quemadura que al enfriarse deja una cicatriz indeleble en la piel.La palabra crea la emoción y la emoción es la realidad más pura, más intensa, más exacta del hombre, la que mueve el mundo para bien y para mal.No hay nada que no se pueda expresar cuando se siente, porque, incluso si se tratara de un mero ejercicio intelectual de un autor talentoso, desde el momento mismo de escribirlo está creando la tensión que lo hace real para el que lo recibe y siente al recibirlo. Lo único que podría matar su extrema realidad, sería su silencio.

Nautas

Akhenazi. Espacio a tu costado.