Gabriel.


 

 
Con ninguno me sentí
tan frágil, tan pequeñita,
ni tan larga ni tan ancha
ni tan vieja ni tan niña.

No diré que no llenaran
todas mis expectativas
pero algo virgen quedaba
entre mi llanto y mi risa,
algo intocado, quizás
porque la entrega fingían
y no se atrevieron nunca
a probarme en la mordida
por miedo a desengañarme
con la verdad de su vida
y perderme como sangre
pierde una amorosa herida.

El más hombre ante el amor
tiene alguna cobardía.

Tú viniste, contra ti,
por la palabra ofrecida,
odiándome sin saberme,
dispuesto a ver mi perfidia
y sólo viste a una idiota,
ajena a cualquier mentira,
a veces manipulada
y siempre desasistida.

Más o menos como tú:
lealtad sobre ignominia.

Pero no por los demás
que desde lejos te miran,
sino por naturaleza,
por la endógena manía
del honor que no se vende
ni es reo de apostasía.

¿Crees que no sé que mi nombre
fue en tu garganta una espina?
¿Crees que no te odié en silencio
por matarme la utopía?.

Igual no tiene sentido
volver hacia atrás la vista
porque tú resucitaste
a costa de mi fatiga
y yo me volví a nacer
con tu primera caricia.

Era algo inevitable
entre dos que no se fían
ni de su sombra al hablar
por tanta traición sufrida
y porque a la postre somos
dos mentes tan parecidas,
que a veces pienso que Dios
se confundió al concebirlas
con los sexos diferentes
y distinta anatomía.

Porque nunca me mentiste
en lo esencial de la espira
ni me fingiste ser monje
de alguna extraña abadía,
ni perfecto como macho
ni excelso academicista,
porque te abriste a mis ojos
como una planta carnívora
que en lugar de devorarme
me cauterizó la herida...

sólo te llamo Gabriel,
Arcángel de la embestida,
la fortaleza de Dios
que entre mis pechos respira.



Comentarios

  1. No hacía falta, negrita, lo de mentirte o engatuzarte o jugar a ser lo que no soy. No voy a renegar de viejo de la personalidad que me forjé ¿no te parece?

    Esas cosas las hacen los inseguros. Los otros, así sean feuchitos como yo (que a las fotos me remito), hacen uso de la personalidad, que al final, es lo que perdura en la memoria como el hecho hacedor.

    Todavía me emociona leer estas cosas y más de uno va a pensar que estás ciega por el hijo de puta.

    Lo va a pensar el que no sepa el Amazonas que nos pasó bajo el puente de maderitas atadas con cáñamo. Total, que nos quiten lo bailado.

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  2. Aquí lo que importa es el hecho literario, o el hacedor, como dices tú, el resto son enigmas a resolverse en la ecuación tiempo-espacio. (ríome).

    De todas formas todo lo que digo es cierto, así que verdes las han segado.

    Y no, las tragedias crecen alrededor, pero el baile no nos lo quita nadie, puedes jurarlo.

    Un beso, escritor.

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  3. Palavras fortes ... sempre fazem refletir ... são a verdade de cada um com carinho Pedro Pugliese

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Antología Ultraversal. Poética del Arrebato. Edit. Libros en Red.

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¿Cuántas realidades hay?

¿Cuántas realidades hay?
Neuromante, emocionauta y hasta una broma digital llegado el caso, pero yo que le leo y le siento y me enfrío o me caliento sin posibilidad de escape ante su voz, digo que ahí hay un hombre único que crea realidad y se recrea a sí mismo en la palabra y se define entre lo abstracto y lo concreto y ocurre en mí de la misma forma en que yo puedo ocurrir en él, con la fugacidad de una brutal quemadura que al enfriarse deja una cicatriz indeleble en la piel.La palabra crea la emoción y la emoción es la realidad más pura, más intensa, más exacta del hombre, la que mueve el mundo para bien y para mal.No hay nada que no se pueda expresar cuando se siente, porque, incluso si se tratara de un mero ejercicio intelectual de un autor talentoso, desde el momento mismo de escribirlo está creando la tensión que lo hace real para el que lo recibe y siente al recibirlo. Lo único que podría matar su extrema realidad, sería su silencio.

Nautas

Akhenazi. Espacio a tu costado.