Dicen de Dios que escribe muy derecho
con renglones torcidos para el hombre.
Algo de Dios empieza con tu nombre
y termina en el mío contrahecho.
No sé qué desazón, qué insatisfecho
deseo de alcanzar lo inalcanzable,
hace que considere desdeñable
todo lo que no peque de pasión.
No sé para qué sirve un corazón
que late como el mío, ingobernable.
con renglones torcidos para el hombre.
Algo de Dios empieza con tu nombre
y termina en el mío contrahecho.
No sé qué desazón, qué insatisfecho
deseo de alcanzar lo inalcanzable,
hace que considere desdeñable
todo lo que no peque de pasión.
No sé para qué sirve un corazón
que late como el mío, ingobernable.
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